En cierto modo, a veces, el perdón parece un acto que va más allá de lo humano, sencillamente, porque la capacidad de la persona de olvidar el pasado se frustra en medio del dolor que pudo producir determinado acto. Tal vez se ve de una forma clara en los casos extremos. Un niño que durante años fue víctima del acoso escolar, seguramente, tendrá grandes dificultades para poder mirar a los ojos a aquellos que le hicieron daño y nunca se planteará la posibilidad de darles una segunda oportunidad. O el/la familiar que durante años os hizo la vida imposible, o el amigo(a) que después de que le dimos mucho de nuestra vida, simplemente se perdió.
Duro tema este, pero el rey Salomón nos da una clave para ver la gravedad del hecho, leamos: Mishlei / Proverbios 18:
19:El ají ofendido es más tenaz que una ciudad fuerte, y las contiendas de los ajím son como cerrojos de alcázar.(alcázar= castillo fortificado en lugar estratégico).
Mishlei / Proverbios 18:19
El mishlei suena y parece muy duro. Al parecer en extremo. ¿Será tan difícil reconciliar a un ají o ajót ofendido (a)? ¿Tan poca esperanza hay de recuperar los días de gozo en shalóm?
Salomón nos enseña aquí que una vez que se ofende a un ají (hermano), casi estamos sin esperanza “qué tremendo!”. ¿Por qué la ruptura es tan severa? Es ley natural que ofender a quienes nos aman puede crear mucho odio, hasta llegar al desprecio y a la pérdida de shalóm o mucho más allá. Es muy posible que antes de la súper ofensa que tiene al ofendido(a) así sin la shalóm de Yahwéh en su vida, haya existido entre ambos involucrados un afecto importante, además de lealtad, servicio y confianza. La ofensa de este tipo según nos dice Salomón, penetra hasta lo más íntimo y requiere mayores reparaciones que si lo hubiera hecho alguien extraño, aunque la ofensa de éste fuera mayor. Dicen que pequeñas ofensas encienden fuegos maritales o familiares, aunque tales ofensas fueran insignificantes y fácilmente ignoradas en otro tipo de relaciones. Tenemos ejemplos en la Toráh en el caso de Caín que mató a Abel, Esaú que buscó acabar con Yacob, los ajím de Yosef que lo vendieron como esclavo, Absalón que planificó durante dos años la muerte de su ají Amnón.
La sabiduría consiste en evitar ofensas entre ajím, especialmente en la kehila (Asamblea) en lo referente a ajím (hermanos) en la emunah, ya que puede suceder lo mismo que en lo familiar pero con mayores consecuencias. Es difícil recuperar una relación cercana, así que lo mejor es evitar ofensas en primer lugar. Lo más terrible es cuando uno puede “ver los toros de la barrera”, se puede analizar lo relacionado a la ofensa y casi determinar un culpable. El problema es que la inmadurez, la prepotencia y sobre todo el orgullo en los involucrados no permite que ninguno(a) acepte de quién realmente fue el ofensor (a) y quién el ofendido(a), ya que siempre el otro(a) es el malo (a) y el culpable de todas las desgracias.
El mishlei, nos enseña una ley natural y no es justificación para ser lentos en perdonar a ofensores, tampoco es justificación para abandonar a quienes están heridos y principalmente son y pertenecen a la misma dam carnal o rujaní. El hombre rujaní no vive bajo leyes naturales, más bien vive por el Ruaj Ha Kodesh de Yahwéh, quien le enseña a ser lento para la ira y rápido en perdonar.
Es muy normal que pequemos diariamente y por lógica deseemos que Yahwéh perdone nuestras ofensas, pero cuando se trata de perdonar a otros nos volvemos jueces muy duros y dictamos sentencias muy drásticas y normalmente no le damos la absolutoria al ofensor (a).
La Toráh nos habla al respecto, leamos: Apsiyahim (Efesios) 4:
32 Más bien, sean generosos y compasivos unos con otros, y perdónense mutuamente, así como Yahwéh los perdonó a ustedes en Ha Mashiaj.
Apsiyahim (Efesios) 4: 32
O que tal lo que dice COLESEYAHIM (Colosenses) 3:
13 Sopórtense unos a otros, y perdónense si alguno tiene una queja contra otro. Así como el Adón los perdonó, perdonen también ustedes.
COLESEYAHIM (Colosenses) 3: 13
No sea usted un castillo fortificado en un lugar seguro en cuanto a perdonar una ofensa. Sea más bien aquel que sale de su escondite y arregla la situación para estar liberado de algo que lo amuina y lo hace perder no solo la shalóm sino las berajot de Yahwéh. Hoy es el día de liberarse de esa atadura ya que aunque se sea el ofendido y no el ofensor, ambos quedan encadenados a una amargura de corazón.
Espero no esté pasando nada de esto por su mente si Yahwéh ya lo rescató de la muerte eterna.!
Shalóm
ROHE Johnny Chavarria Diaz / Agosto 2020